Los triunfos que el pasado domingo 3 de julio obtuvo el PRI en Coahuila, el Estado de México y Nayarit, para que no se pierda ganando, necesitan tomarse con mucha humildad y mirando y ponderando correctamente los obstáculos que se tendrán para llegar a julio de 2012 y los escenarios posibles para esa elección. En primer lugar no oír el canto de las sirenas, no subestimar adversarios y menos dejarse abrumar por espejismos.
El PRI enfrenta no solamente el discurso descalificador de los partidos con los cuales compite, también enfrenta el discurso de los intelectuales orgánicos tanto de la ultraderecha como de quienes han lucrado en los últimos años con el rótulo de una izquierda cavernícola. El triunfo de la derecha siempre ha sido a base de hacer pasar sus intereses sectarios por los intereses generales, en tanto que de quienes se hacen llamar a sí mismos como de izquierda viven del testimonialismo y el mesianismo capaz de levantar las más nobles esperanzas a base de ofrecer todo sabiendo que no va a lograr nada. Urge una estrategia para enfrentar los aparatos materiales e ideológicos de un Estado sectario.
El proceso electoral que tendrá su jornada estelar el próximo 1 de julio de 2012, deberá ser una cruzada para que la ciudadanía tome conciencia de las desastrosas administraciones de estos 2 sexenios que han llevado a México a una quiebra económica, social, política, legal y moral, que urge llevar a cabo las reformas necesarias para no seguir expuestos a personajes mediocres e irresponsables como han sido los casos de Vicente Fox y Felipe Calderón que habiendo tenido la fortuna de que los precios del petróleo alcanzara los precios más altos de su historia, que en el 2000 con unos ingresos petroleros que apenas reportaron por arriba del 6% del PIB, el año pasado llegaron a un 7.4%, lo que hace otros 1.4 puntos adicionales de ingresos para el sector público que se traducen en 200 mil millones, esto es, el sector público mexicano cuenta anualmente con 525 mil millones de pesos más de los que obtenía en el año 2000; hace inexplicable que la deuda del sector público haya pasado de un monto en el 2000 de menos de 2 billones a 4.8 billones de pesos que implica que tengamos una devaluación aplazada que estallará en el momento en que tengamos que hacer frente a los compromisos internacionales, porque no servirán para nada las reservas del Banco de México y tendremos que acudir al manido recurso de regalar nuestras mercancías a precios irrisorios a fin de obtener las divisas que nos demandarán los pagos tanto del exterior como del interior. Paradoja que solamente la explica el mal manejo de los compromisos financieros y que los créditos solamente se han obtenido para enfrentar el déficit presupuestario y el gasto corriente, así como la corrupción en PEMEX, el IMSS, el ISSSTE y demás áreas del sector público.
El PRI debe ser capaz de convertir su propuesta en esperanza de los mexicanos para enfrentar la herencia maldita de los panistas, renegociar la deuda para hacerla pagadera, restablecer la paz para crecer y abatir las grandes desigualdades que nos agobian. Para llegar al poder necesita votos pero para transformar el actual estado de cosas necesita del apoyo popular y eso solamente lo tendrá con un discurso comprometido con los que menos tienen.
El PRI enfrenta no solamente el discurso descalificador de los partidos con los cuales compite, también enfrenta el discurso de los intelectuales orgánicos tanto de la ultraderecha como de quienes han lucrado en los últimos años con el rótulo de una izquierda cavernícola. El triunfo de la derecha siempre ha sido a base de hacer pasar sus intereses sectarios por los intereses generales, en tanto que de quienes se hacen llamar a sí mismos como de izquierda viven del testimonialismo y el mesianismo capaz de levantar las más nobles esperanzas a base de ofrecer todo sabiendo que no va a lograr nada. Urge una estrategia para enfrentar los aparatos materiales e ideológicos de un Estado sectario.
El proceso electoral que tendrá su jornada estelar el próximo 1 de julio de 2012, deberá ser una cruzada para que la ciudadanía tome conciencia de las desastrosas administraciones de estos 2 sexenios que han llevado a México a una quiebra económica, social, política, legal y moral, que urge llevar a cabo las reformas necesarias para no seguir expuestos a personajes mediocres e irresponsables como han sido los casos de Vicente Fox y Felipe Calderón que habiendo tenido la fortuna de que los precios del petróleo alcanzara los precios más altos de su historia, que en el 2000 con unos ingresos petroleros que apenas reportaron por arriba del 6% del PIB, el año pasado llegaron a un 7.4%, lo que hace otros 1.4 puntos adicionales de ingresos para el sector público que se traducen en 200 mil millones, esto es, el sector público mexicano cuenta anualmente con 525 mil millones de pesos más de los que obtenía en el año 2000; hace inexplicable que la deuda del sector público haya pasado de un monto en el 2000 de menos de 2 billones a 4.8 billones de pesos que implica que tengamos una devaluación aplazada que estallará en el momento en que tengamos que hacer frente a los compromisos internacionales, porque no servirán para nada las reservas del Banco de México y tendremos que acudir al manido recurso de regalar nuestras mercancías a precios irrisorios a fin de obtener las divisas que nos demandarán los pagos tanto del exterior como del interior. Paradoja que solamente la explica el mal manejo de los compromisos financieros y que los créditos solamente se han obtenido para enfrentar el déficit presupuestario y el gasto corriente, así como la corrupción en PEMEX, el IMSS, el ISSSTE y demás áreas del sector público.
El PRI debe ser capaz de convertir su propuesta en esperanza de los mexicanos para enfrentar la herencia maldita de los panistas, renegociar la deuda para hacerla pagadera, restablecer la paz para crecer y abatir las grandes desigualdades que nos agobian. Para llegar al poder necesita votos pero para transformar el actual estado de cosas necesita del apoyo popular y eso solamente lo tendrá con un discurso comprometido con los que menos tienen.
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